El Sanatorio Nº 12 llevaba casi treinta años cerrado. Entre los habitantes del pueblo, nadie hablaba de él… al menos no sin bajar la voz.
Pero Lucas siempre había sido curioso, y esa noche decidió entrar solo, con una linterna y su celular para grabar.

Apenas cruzó la reja oxidada, el silencio se volvió demasiado profundo, como si el aire adentro estuviera muerto.

Dentro, el suelo crujía como huesos secos.
Los pasillos estaban llenos de puertas torcidas con números borrados. Todo olía a humedad… y algo más: antiséptico viejo, como si todavía intentaran limpiar algo que nunca salió.

Grabó un tramo del pasillo, murmurando notas para su video, cuando escuchó un susurro detrás de él:

Vuelve… al cuarto… doce…

Lucas giró la linterna, pero no había nadie. Solo una camilla oxidada, con cinturones rotos colgando de los bordes.

El susurro volvió.
No detrás.
En su oído.

Su respiración se aceleró. Avanzó hasta llegar a una habitación cuya puerta colgaba de una sola bisagra. Encima, borrado pero visible a la luz de la linterna, se leía:

12-B

Adentro había una silla metálica atornillada al piso, rodeada por marcas circulares, como si alguien hubiera luchado desesperadamente por soltarse.
En las paredes, garabatos hechos con algo marrón oscuro repetían una frase una y otra vez:

“NO ME DEJARON IR”

Lucas sintió un golpe seco detrás. La puerta, que apenas se sostenía, ahora estaba cerrada completamente… y él no había tocado nada.

Luego vio la camilla.
Estaba en el cuarto.
Y no lo había estado un instante antes.

Los cinturones se tensaron solos, como si algo invisible se levantara sobre ella y respirara profundamente, probando sus pulmones podridos.

Tú ocupas mi lugar ahora —susurró la voz.
No detrás.
En su cabeza.

La linterna falló.
Cuando volvió, solo un segundo, alcanzó a ver una figura encorvada sobre él, con un rostro vendado y agujeros donde deberían ir los ojos.

La linterna se apagó para siempre.

Lo único que encontraron días después fue su celular, grabando aún.
En la última toma, se ve el pasillo vacío.
Y se escuchan pasos arrastrados que se acercan…
pero ninguno se aleja.

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